Matilde Montoya

Hoy en día es común en la mayor parte de los países del mundo que la mujer ocupe lugares importantes en cualquier sector o actividad, de hecho el avance de la mujer en muchos campos es realmente impresionante, logrando que incluso en muchas profesiones su presencia sea mayoritaria, tal es el caso de algunas ramas de la ciencias de la educación y de la salud.

No obstante en el siglo XIX esta situación era impensable, ya que en la visión social y política de aquella época no se concebía que las mujeres fueran a la universidad para convertirse en profesionales, algo que estaba reservado a los hombres; Matilde Montoya rompió con estos esquemas al convertirse en 1887 en la primera mujer en graduarse en una universidad mexicana en la carrera de medicina.

Anteriormente, Elizabeth Blackwell fue admitida en el Geneva Medical College (Nueva York, EEUU) en 1847, graduándose el 11 de enero de 1849 convirtiéndose la primera médica de la historia documentadamente.

Una precoz y ávida lectora que se convirtió en partera

Matilde Petra Montoya Lafragua, nació en Ciudad del México el 14 de enero de 1859, era hija de Soledad Lafragua y José María Montoya y debido a la muerte de su hermana fue criada como hija única. Su madre, como era costumbre en aquella época, se dedicaba exclusivamente a las labores del hogar, por lo que dedicaba su atención a la crianza de Matilde.

Desde muy niña mostró gran inteligencia, a los cuatro años ya podía leer y escribir, la lectura y las ansias de aprender serían una pasión que acompañaría a Matilde toda la vida. Su padre no le veía importancia a que la pequeña estudiara y muchas veces se disgustaba con su esposa por su preocupación en que la niña estudiara y aprendiera.

Matilde culminó muy pronto sus estudios de educación inicial y con apenas 11 años optó por ingresar a la Escuela Primaria Superior, lo que corresponde a la secundaria actual, sin embargo por su edad no fue admitida. Por iniciativa de su madre continuó sus estudios con profesores particulares y a los 13 años presentó y aprobó el examen oficial para convertirse en maestra de primaria, sin embargo debido a su corta edad no pudo desempeñarse como maestra.

Tras la muerte de su padre, Matilde decide cursar la carrera de Obstetricia y Partera, que para aquella época era dirigida por la Escuela Nacional de Medicina, pero dificultades económicas le obligaron a abandonar los estudios. Posteriormente cursó estudios en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad, lugar en que en esa época se atendían los partos de madres solteras.

Con tan sólo 16 años Matilde Montoya logra obtener el título de Partera y comienza a trabajar en Puebla. En esta época cursa estudios en escuelas particulares para mujeres y obtiene su título de bachillerato. En esta ciudad Matilde logra hacerse un nombre propio en el mundo de la medicina, siendo considerada como una partera excepcional.

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Algunos médicos no veían con buenos ojos a esta joven, por lo que utilizaron los medios comunicacionales de la época para hacer una campaña en su contra. Instaban a las personas a no solicitar los servicios de una mujer a la que acusaban de poco confiable, además de ser protestante y masona. Esta campaña fue tal que Matilde debido a la presión tomó la decisión de mudarse un tiempo a Veracruz.

De regreso en Puebla, Matilde logra ingresar a la Escuela de Medicina de Puebla, sin embargo la campaña de sus detractores se hace más feroz y ella decide entonces regresar a Ciudad de México para vivir con su madre.

La primera médica mexicana

Ser la única mujer que cursaba estudios de medicina le trajo algunos enemigos dentro de las aulas, aunque, por otro lado, varios de sus compañeros la apoyaban, lo que les valió el apodo de los montoyos, sus detractores solicitaron se revisara su expediente, objetando la validez de algunas materias de Bachillerato. Este suceso provocó que fuera dada de baja de la universidad.

Matilde, en medio de tal situación, escribe una carta al presidente de México, General Porfirio Díaz, quien intercede para que le permitan cursar las materias de Bachillerato en conflicto. De este modo, la joven asiste a la Escuela de San Ildefonso y logra cubrir tales materias.

Un nuevo escollo se presentaba a Matilde Montoya, al solicitar su examen profesional dado que le fue negada la posibilidad argumentando que el reglamento interno mencionaba «alumnos» y no «alumnas». Nuevamente escribe al Presidente, quien decide solicitar a la Cámara de Diputados la actualización de los estatutos de Escuela Nacional de Medicina para permitir graduarse a las alumnas.

El 24 de agosto 1887, Porfirio Díaz emite un decreto en el cual se solicita le sea aplicado el examen profesional a Matilde Montoya, quien logró aprobarlo satisfactoriamente. Al día siguiente presenta el examen práctico aprobándolo por unanimidad. De esta manera, Matilde Montoya logra convertirse en la primera mexicana en licenciarse como médica.

Tras graduarse, Matilde inició una vida profesional muy intensa que ocupó su actividad hasta edad muy avanzada, participó además en asociaciones femeninas y ayudó en todo momento para que la mujer logrará avanzar en una sociedad dominada por el machismo.