Historia de las matemáticas (II)

Nuestra civilización no podría existir sin números, al menos, no como la concebimos actualmente. Los números nos rodean, están presentes en todo momento a nuestro alrededor aunque a menudo pasen desapercibidos. Por ejemplo, corrigen nuestros errores ortográficos cuando escribimos en un móvil u ordenador, nos permiten comprar nuestros billetes de avión y garantizan que los semáforos funcionen de tal manera que faciliten el tráfico en un lugar concreto.

Por otro lado, han hecho posibles las bombas atómicas y permiten que las nuevas armas bélicas, llamadas armas inteligentes, busquen, localicen y neutralicen un objetivo en cualquier parte del mundo.

De esta manera se demuestra que no todas las aplicaciones de las matemáticas han mejorado las condiciones de vida de los seres humanos.

Semáforos en un cruce de dos calles

En los albores de la civilización, cuando los símbolos que representan a los números no eran utilizados por nuestros antepasados, se utilizaban pequeñas piezas de arcilla con diferentes formas que eran asociadas a un producto como el trigo, los animales o el aceite. De esta forma los «contables» de dicha época, en torno al 8.000 a.C., podían tener un registro de las propiedades que poseía alguien y su cantidad. El propósito no está claro, podrían cumplir una función con fines impositivos o financieros, o como prueba legal de propiedad.

Evidentemente, con el paso del tiempo estas piezas fueron perfeccionándose permitiendo abarcar más aspectos. Piezas nuevas surgieron para representar al pan o la cerveza. Detrás de estas fichas se hallaba algo mas complejo, el paso previo hacía los símbolos numerales, la aritmética y las matemáticas.

La fichas tenían la ventaja de poder ser ordenadas rápidamente para saber cuánto se adeuda o cuántas propiedades se posee. El inconveniente fundamental era que podían ser falsificadas. Para resolver este problema juntaban las fichas en un recipiente de arcilla y lo precintaban, de tal modo que sólo rompiéndolo podían saber las piezas que ahí había o actualizar el contenido del envase.

Aún así, este método era tedioso y lento. En Mesopotamia surgió la idea de inscribir una serie de símbolos en los recipientes de arcilla detallando que piezas contenía dicho envase. De este modo, descubrieron que una vez se indicaba en la arcilla que había dentro del recipiente resultaban innecesarias las piezas que este albergaba en su interior y, en consecuencia, no hacía falta romper el envase para ver cuántas había.

Este momento, aunque pueda parecer sencillo y obvio fue crucial para el surgimiento de los símbolos numerales escritos. Todos los símbolos numerales que utilizamos hoy en día son descendientes directos de este momento que hemos descrito aquí.

Las marcas realizadas en el recipiente de arcilla en Mesopotamia no eran los primeros ejemplos de escritura numeral que han sido hallados. También es cierto que todos los hallados antes de Mesopotamia eran pocos más que rayas, una serie de marcas tales como:

En el caso de la imagen estas «marcas de cuenta» representarían al número 8. Las marcas mas viejas de las que se tiene constancia a día de hoy están talladas en un hueso de babuino, con un total de 29 marcas, de hace aproximadamente 37.000 años de antigüedad. El hueso, fotografía principal de esta entrada, fue encontrado cerca de Sudáfrica, en la frontera con Swazilandia, por ello la cueva en el que se realizó el hallazgo es conocida como Cueva de la Frontera.