
En 1963, en pleno apogeo de la Guerra Fría, desde los Estados Unidos se lanzó al espacio 480 millones de filamentos de cobre, que conformaban un anillo, cuya función era mantener las comunicaciones en caso de un ataque de las fuerzas soviéticas.
El proyecto se inició en 1961 bajo el nombre de Proyecto West Ford, por la ubicación de la gigantesca antena de comunicaciones en un pueblo del mismo nombre en el condado de Middlesex, en Massachusetts. Estuvo a cargo del Laboratorio Lincoln del Instituto Tecnológico de Massachusetts por encargo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, cuyo propósito era crear una ionosfera artificial sobre nuestro planeta.
En la década de los sesenta del siglo pasado las comunicaciones internacionales se realizaban fundamentalmente a través de cables submarinos, también se utilizaba el método de hacer rebotar las señales de radio en la ionosfera natural de la Tierra pero, la desventaja de este método es que las tormentas solares eran capaces de interrumpir las comunicaciones de forma intempestiva.
Los estrategas norteamericanos eran conscientes de la posibilidad que fuerzas soviéticas pudiesen cortar estos cables submarinos e interrumpir toda comunicación con sus aliados en todo el mundo, dejando únicamente la comunicación restringida a este método que tenía un comportamiento impredecible. Para solventar esta seria limitación se desarrolló el Proyecto West Ford conocido también como West Ford Needles.
¿En qué consistía el Proyecto West Ford?
La solución propuesta al problema de las comunicaciones consistía en enviar la espacio cientos de millones de antenas dipolo de cobre de 1,78 cm de longitud, 25,4 micras de diámetro que conformaban un anillo que funcionaría como un dipolo que facilitaría las comunicaciones a nivel global mediante la transmisión de ondas de radio de 8 GHz.
El proyecto incluía la instalación de antenas de alta ganancia y transmisores de alta potencia, cuya función era enviar y recibir las señales de radio, a través de las agujas que orbitaban en el espacio. El proyecto requería enviar al espacio 20 kg de filamentos en cada lanzamiento, se esperaba que luego de varios años el viento solar empujaría estos filamentos de regreso a nuestro planeta.

El primer intento de lanzar las agujas al espacio se llevó a cabo en 1961, un dispensador metálico que contenía 480 millones de agujas fue lanzado en un misil Atlas-Agena, la misión falló ya que la carga no se desplegó de la forma prevista, nunca se pudo conocer que sucedió con los filamentos de cobre lanzados al espacio.
Un nuevo lanzamiento en una órbita baja
A pesar de este estrepitoso fallo, el proyecto West Ford continuo operativo, la Guerra Fría amenazaba con llevar al planeta a un nuevo enfrentamiento global, la crisis de los misiles en Cuba y las pruebas con bombas atómicas eran una amenaza a la frágil paz mundial.
Las críticas internacionales realizadas por Royal Astronomy Society, que aseguraban que las agujas lanzadas dificultarían las observaciones astronómicas y las acusaciones lanzadas por las autoridades soviéticas desde el diario oficial Pravda sobre que los Estados Unidos estaban contaminando el espacio con el lanzamiento de tal cantidad de basura, no fueron suficientes para detener la iniciativa de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
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En 1963 se realizó un nuevo lanzamiento, se desplegaron cerca de 350 millones de agujas (filamentos de cobre) en una órbita baja, a una altitud de de 3.500 kilómetros, luego de este lanzamiento se realizaron pruebas de comunicaciones que resultaron exitosas. Las pruebas incluyeron comunicaciones de voz y envío de teletipos.
No obstante en corto tiempo las agujas se dispersaron causando que el nivel de la comunicaciones fuese de muy baja calidad. La idea de crear un anillo metálico que simulara la ionosfera terrestre no tuvo el éxito esperado, ya que se pensaba que haría posible contar con señales de radio y televisión fiables, de alta calidad y a muy bajo costo que conectaran dos puntos en cualquier lugar del planeta.

Muy pronto el proyecto West Ford quedó en el olvido, la idea de crear un anillo para lograr una ionosfera artificial que permitiera comunicaciones de alta calidad había fracasado.
Las críticas al proyecto venían incluso de científicos e instituciones de países aliados de los Estados Unidos, incluso el proyecto West Ford fue discutido en el seno de las Naciones Unidas, donde el representante de los Estados Unidos defendió su viabilidad.
El desarrollo de la tecnología para crear y lanzar al espacio satélites artificiales para telecomunicaciones tuvo también un efecto muy negativo para el proyecto West Ford.
Millones de agujas se encuentran aún en el espacio
Una cantidad no determinada de las agujas lanzadas en 1963, como se tenía previsto, regresaron a la atmósfera terrestre y fueron a parar en los polos donde fueron atrapadas por el hielo. Sin embargo, el resto de las agujas que quedó en el espacio y continúan en él y se han convertido en minúsculos proyectiles que viajan a altísimas velocidades.
Algunas agujas se fueron uniendo hasta formar bloques que tienen la capacidad de mantenerse en órbita por un tiempo aún indeterminado. Actualmente, la NASA, a través de la Oficina del Programa de Residuos Orbitales, hace seguimiento a más de 40 bloques de agujas que se han convertido en verdadera basura espacial sembrada en la órbita de la Tierra.