
El objeto de estudio de las ciencias formales son los sistemas formales, sistemas de relaciones que, no siempre, están vacíos de contenido propio y, sin embargo, pueden ser aplicados al análisis de cualquier segmento de la realidad.
Las ciencias formales estudian formas: abstracciones, relaciones, objetos ideales… Digamos que la función de estas disciplinas están enmarcadas en el cómo y no en el qué, en las formas y no en los contenidos. Por lo tanto, estas ciencias son de corte analítico y no validan sus teorías y conocimientos mediante la observación del mundo real o la experimentación, sino a través del estudio de las reglas de pensamiento propias del sistema como pueden ser axiomas, proposiciones, inferencias y definiciones.
La diferencia fundamental con respecto a las ciencias fácticas o empíricas, ciencias naturales y ciencias sociales, consiste en el entendimiento del mundo real y tangible mediante el método científico.
La matemática, la lógica, las ciencias de la computación y la estadística son ejemplos de ciencias formales.
Por otro lado, las ciencias empíricas reciben su nombre de la palabra griega «empeiria» que significa experiencia. Estas ciencias son aquellas que comprueban sus hipótesis mediante la experiencia y la percepción del mundo a través de los sentidos.
Las ciencias empíricas surgen de la experiencia y de la observación y, por lo tanto, mediante estos mismos procesos verifican sus postulados con la intención de predecir/deducir los resultados obtenidos como, por ejemplo, la reproducción experimental de un fenómeno que ha sido observado.
La medicina, la física, la economía y la química son ejemplos de ciencias empíricas.